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LA PSICOLOGÍA DE LA DOMINACION: CONEXIONES ENTRE LA VIOLENCIA DOMÉSTICA Y LA GUERRA

miércoles, 29 de junio de 2011


Capítulo 1.  Dr. Lundy Brancroft

La violencia doméstica y la violencia internacional son dos de los problemas más malentendidos en el mundo. Ambos se encuentran rodeados de mitos y propaganda que nublan sus causas centrales, aún entre gente educada y de conciencia social. Por ende, quiero compartir varias reflexiones que he hecho a lo largo de muchos años de estar involucrado en ambos asuntos. Durante los últimos seis años, he sido consejero de hombres que agreden a la mujer; en los tres años recientes, he ofrecido capacitaciones en los Estados Unidas, Canadá y costa Rica para terapeutas, jueces, oficiales penitenciarios y policías, sobre el abusador. Llegué a este trabajo después de muchos años de estudio de relaciones internacionales y de la guerra, cuyo sujeto era el enfoque de mi bachillerato en sociología.

A través de estas experiencias, dos hechos me han llamado la atención:
1.       La cantidad más alta de violencia no gubernamental dentro de cualquier país resulta de la violencia doméstica, y el 90% o más de esa violencia es del hombre contra la mujer.
2.      La gran mayoría de la violencia internacional se origina en las fuerzas armadas y policías secretas de los países más poderosos y se dirige contra el Tercer Mundo.

La impresión creada por los medios de comunicación es bastante diferente, porque la violencia de los oprimidos, que es el porcentaje más pequeño del total, recibe casi toda la atención. Pero se hablamos en términos objetivos de heridos, muertos, y aterrados, los resultados dan un mentís a la imagen dominante. Visto esto, sería en general más preciso decir “la violencia sexista” en vez de hablar de “la violencia doméstica”, y sería más preciso en la mayoría de los casos usar el término “la violencia imperialista” en lugar de decir “la guerra” .

Entonces, como éstas aparentan ser las dos fuentes principales de la violencia en el mundo, es importante compararlas desde el punto de vista de la mitología, las causas fundamentales y las secuelas (es decir; el daño y el terror que engendran). Y lo que encontramos es que son similares en todos estos aspectos.

Antes de continuar, necesitamos definir los términos “sexismo” e “imperialismo”. La definición de aquel es especialmente importante, porque se confunde con los estereotipos de género, que aunque están vinculados con el sexismo, no son la misma cosa. Los estereotipos de género limitan a todos, las mujeres nos pueden desarrollar su aspecto independiente y aventurero, y los varones no pueden desarrollar su aspecto tierno y emocional. En este sentido, los hombres son tanto víctimas de la sociedad como lo son las mujeres, y muchos (en particular nosotros los hombres) escogemos esta interpretación.

Pero el sexismo es otra cosa; se trata de un sistema institucionalizado de explotación a la mujer. Quiere decir la explotación de la mano de obra de la mujer; las mujeres hacen la mayoría del trabajo del mundo, como lo han hecho por miles de años, pero sólo les pertenece un 7% de los recursos. Quiere decir la explotación sexual de la mujer: la determinación de cuándo, cómo y con quién la mujer tendrá relaciones sexuales. Quiere decir explotación de la capacidad reproductiva de la mujer: la obligación de tener hijos cuando no quiere y la prevención de no tener hijos cuando si quiere. Y quiere decir la explotación del cariño; las mujeres dan su amor, apoyo, y entendimiento a los hombres y los niños, mientras que los hombres suelen contribuir muy poco emocionalmente con las mujeres y los niños.  (Por ejemplo una investigación norteamericana encontró que las mujeres hacen el 90% de las preguntas y los hombres hacen el 90% de las interrupciones)

Además de sus efectos directos, esta explotación también causa dependencia de la mujer, porque ella encuentra muchos impedimentos en su desarrollo social y económico. Esta dependencia después la usan los hombres como excusa para más control y explotación de la mujer.

El imperialismo se entiende usualmente como una cuestión de religión o de sistema político, un país, entonces, quiere imponer sus ideas sobre los demás, a veces para su propio bien. Este Análisis hace caso omiso de las relaciones entre las partes diferentes del imperio. El imperialismo también tiene que ver con la explotación. Se trata de explotación de la manop de obra de un país a través de forzar la gente a trabajar por sueldos de hambre o en condiciones de esclavitud, para el bien del país dominante. Se trata de tomar la mejor tierra y los más valiosos recursos minerales de un país, y explotarlos al máximo con poca preocupación por las necesidades locales o por la degradación del ambiente. Y también incluye un proceso en que los países dominados llegan a un punto donde ya no son capaces de producir las cosas básicas que necesitan para sobrevivir, resultando la distorsión de la economía y el control extranjero de los recursos. Así el país del Tercer Mundo se hace dependiente del país explotador, que después pretende estar “ayudando” al país víctima contra su “sub-desarrollo”. (Por ejemplo, la epidemia de hambre en África es un fenómeno moderno, causado en mayor parte por la llamada “Revolución Verde” de los inversionistas extranjeros).

Entonces el sexismo y el imperialismo son, en la base, sistemas de intercambio drásticamente desigual. La persona o país dominante recibe  (o más bien toma) cosas que son de un valor veinte, cien, o mil veces más grande de lo que devuelve. Ambos también tienen su ideología que los justifica y apoya; los participantes por eso consideran lo que hacen es moral, natural, y necesario. No consideran lo que hacen ni explotación, ni codicia. La sociedad les ha convencido, y se han convencido a si mismos, que  están ejerciendo sus derechos. Y el abusador tanto como el imperialista muchas vences  dice (y hasta de veras piensa) que la violencia es para el bien de la (s) víctima (s).

LA FUNCIÓN DE LA VIOLENCIA

Estos sistemas de explotación requieren de la violencia para dar fuerza a las relaciones desiguales. No pueden permanecer sin ella porque las personas no consienten la opresión sin la presencia de la intimidación. Cualquier sistema de explotación está siempre en un equilibrio inquieto entre la resistencia y el terror (cuando no está en conflicto abierto).

Entonces para que opere el sexismo, tiene que haber violencia contra la mujer. Varias investigaciones han mostrado que violencia por parte del hombre es un problema grave y recurrente en el 20 al 25 % de todas las parejas heterosexuales. El sexismo también se ve apoyado po0r la violación, el abuso sexual, la pornografía, el acoso sexual, y el confinamiento de las mujeres en las cárceles e instituciones mentales. (Todas estas formas de violencia tienen su propia historia en cuanto a cómo han sido usadas como estrategias de intimidación de la mujer).

En forma similar, el imperialismo requiere de la guerra. Requiere de bombardeos, las invasiones, los bloqueos económicos de los países explotados. Requiere la instalación y mantenimiento de gobiernos militares y autoritarios, leales al país dominante. Requiere los asesinatos de quienes se oponen al control extranjero. La gran mayoría de las guerra, y en particular de las guerras más mortales y extensas, que ocurren hoy día y que han ocurrido durante los últimos 500 años, son producto del imperialismo. Los poderes imperialistas de las últimas décadas han sido principalmente los Estados Unidos y (hasta tiempos recientes) la Unión Soviética, pero también incluyen China, Inglaterra, Francia, e Israel. Todos se han mostrado capaces de la destrucción inmensa de países extranjeros cuando deciden que sirve a sus intereses hacerlo.

Con esta introducción, pasemos a una discusión de las similitudes entre el ofensor físico (el hombre que agrede a la mujer) y el ofensor internacional (el país imperialista).
PRIMER MITO: 
La violencia doméstica y la guerra son actos irracionales, impulsados por gente machista que actúa compulsivamente y no entiende las consecuencias de sus actos. 

Las discusiones públicas sobre la conexión entre masculinidad, guerra y violencia contra la mujer enfocan típicamente el machismo como la causa principal. Esta perspectiva dice que el machista es un hombre muy inseguro y fuera de control, que actúa con violencia contra su familia para dar prueba de su masculinidad; a nivel estatal, los líderes machistas usan la guerra para restablecer el honor nacional. Así la agresión masculina y la intervención militar norteamericana son a menudo consideradas, incluso por personas políticamente concientizadas, como actos irracionales que los perpetradores hacen sin entender sus verdaderas consecuencias y que carece de lógica.

La creencia común es que los hombres golpean a las mujeres porque pierden el control de si mismos. Se sienten torturados interiormente, y en su tremendo dolor, se descargan sobre aquellas personas que mas quieren. Así se alivia su tensión emocional; entonces, necesitan aprender a hacer la misma cosa en forma menos destructiva. También se cree que el ofensor físico tiene un machismo exagerado; que es un hombre inseguro, y usa la violencia para dar prueba de su masculinidad. Siguiendo este análisis, lo que se necesita hacer es ayudar al agresor a sentirse más cómodo en su masculinidad. Estas dos perspectivas suponen que la violencia íntima es un acto irracional.

Pero lo que hemos aprendido en nuestro trabajo con ofensores físicos en el programa “Emerge” es que saben precisamente lo que hacen. Escogen la cantidad y nivel de violencia que usan. Establecen límites para sí mismos que no cruzan, y usan la violencia de maneras específicas con el fin de obtener el control que desean en la relación. Pregunto a mis usuarios: ¿porqué no usaste tal o cual tipo de violencia, todavía más grave de lo que hiciste?” y cada uno me lo puede explicar, que no quería matarla, que no quería ir a la cárcel, que no quería que los niños oyeran, que no quería que los niños llamaran a la policía. Es común que el abusador pase por la casa pareciendo loco y rompiendo cosas por todos lados, pero casi siempre resulta que las cosas rotas pertenecen a la mujer no a él. Además, cuando él tiene cualquier razón para decidir que el uso de la violencia estaría en contra de sus propios intereses ( por ejemplo, cuando está en público, o cuando se acerca el día de su juicio en la corte por un acto de violencia anterior), él no se pone violento.

En nuestra experiencia, cada hombre abusivo tiene todo un patrón de tácticas de control que usa, tal como coerción sexual, control del dinero, intimidación verbal durante desacuerdos, humillación pública, aislamiento, amenazas, y mucho más. La violencia en vez de ser algo completamente diferente, de veras es nada más que la táctica del control que él usa cuando las demás no funcionan lo bastante bien.
Encontramos también que en vez de ser todo muy machos, los hombres abusivos son de todo tipo de personalidades, y en general no son ni agresivos ni tímidos en su estilo personal. Lo que tienen en común es más bien una manera de pensar que justifica la dominación sobre la mujer en relaciones íntimas. El abusador cree que tiene derecho a controlar a su pareja; sexual y emocionalmente, sin importar cuál sea el comportamiento o la contribución de él. Cada vez que yo persigo con un abusador los detalles de sus pensamientos y de sus decisiones, llegamos por fin al punto donde él declara que tuvo el derecho de hacer lo que hizo. El hombre abusivo no quiere aceptar la liberta de su pareja, y lo sabe.

Entonces la violencia doméstica no es irracional, sino instrumental; la violencia es el instrumento que usa el abusador para ganar cosas que él quiere. Y desde la perspectiva de él, funciona bastante bien

El mismo mito existe en cuanto al imperialismo, particularmente dentro de los Estados Unidos; se dice mucho que el gobierno no sabe lo que hace, que interviene en países extranjeros con buenas intenciones pero resulta que hace daño. Los errores se atribuyen a la falta de sensibilidad cultural y a los “excesos” de cierto individual en las fuerzas armadas que pierden el control. La mayoría de la oposición doméstica a la guerra contra Vietnam tenía este análisis; por ejemplo, se oía decir con frecuencia, “No podemos imponer la democracia en una cultura que no esté lista para ella”. Se decían cosas similares contra Nicaragua que se llevó a cabe a través de la contra; “Nuestros líderes son paranoicos, no enrienden que Nicaragua no es comunista y que no representa ninguna amenaza hacia nosotros”.
La verdad es que Nicaragua si representaba una amenaza seria paro los potentados norteamericanos, y ellos lo sabían. Cualquier ejemplo de un desarrollo exitoso independiente de EE.UU animaría a otros movimientos nacionalistas por todas partes del imperio, y seria muy difícil controlar sus recursos y economías desde fuera. El asolamiento de Vietnam, Nicaragua, El Salvador, y otros países a manos de EE.UU causa una fuerte impresión en cualquier movimiento o gobierno que considere gestionar la independencia, y no es nada irracional. La clase alta de los Estado Unidos continúa siendo una de las más ricas del mundo; desde la perspectiva de ellos entonces, la guerra es todavía un instrumento de intimidación eficaz. Como los golpes del abusador, la guerra es solamente el aspecto más visible de todo un sistema norteamericano de controlar, socavar, manipular y pillar al Tercer Mundo. Forma parte de una estrategia consciente y prevista, que incluye tácticas como el control del acceso a la tecnología y al capital por medio del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional; la manipulación de las elecciones; la propaganda; la violación de los pactos; y mucho más. La guerra sólo se usa cuando es necesaria.

SEGUNDO MITO: 
Hombre abusivos  y sus parejas, tanto como gobernantes de países, necesitan aprender formas no violentas para la solución de sus conflictos.

La convicción dominante en cuanto a los hombres abusivos es que no saben cómo no ser violentos y no saben negociar. Muchos profesionales intentan cambiar al hombre agresivo a través de enseñarlo como identificar y expresar sus emociones de una manera no violenta, y fortalecer sus habilidades para resolver desacuerdos pacíficamente. Empero, nos encontramos en nuestro trabajo con ofensores que casi todos saben cómo salir de tensiones en forma no violenta. Usan estas capacidades cuando bregan con conflictos en sus lugares de trabajo, con sus amigos y parientes, y en lugares públicos.

Su problema no es la incapacidad de no ser violentos en sus relaciones íntimas, sino más bien la falta de estar dispuestos a serlo. Abandonar el uso de la violencia lleva ciertas consecuencias que son inaceptables al abusador; si él no causa temor en miembros de su familia, poco a poco pierde la capacidad de imponer su voluntad. Comienza a tener que hacer su parte del trabajo doméstico, aceptar varios compromisos en cuanto a decisiones, aceptar que otros en la familia reciban la atención, y vivir bajo criterios justos ( por ejemplo, tendría que dejar de tener amantes o aceptar que su pareja también los tenga, decisión que sería una pesadilla para el hombre abusivo).

El hombre abusivo no es generalmente sádico; no encuentra un gran placer en hacer actos de violencia. Pero le gustan los resultados; la cooperación (porque todos tienen miedo de él), la atención, y el control sobre los recursos de la familia. Es verdad que a veces le gusta el sentido de poder que experimenta durante una agresión, pero esa no la cosa a la cual és está verdaderamente apegado. Lo que él no soltará son sus privilegios, de los cuales él se cree poseedor legítimo vis a vis las mujeres y los niños. (Muchos hombres vienen a Emerge con verdaderas ganas de dejar de ser violentos. Pero cuando aprenden que lo que esto quiere decir es respetar los derechos de los demás miembros de la familia, pierden rápidamente el interés).

En forma similar,  muchos creen que el líder imperialista es un hombre macho, y que usa la guerra para restaurar la honra nacional, que   es su versión  de la masculinidad. Pero otra vez confunden la ideología con las realidades. Un George Bush o un Bill Clinton sabe negociar; realiza soluciones en forma no violenta con Japón, China, Europa Occidental, y con cualquier otro país, si él considera que es mejor para los Estados Unidos que él lo haga.  Bush estuvo muy enojado con el Japón a causa de las tarifas, pero pudo dominar su deseo de atacarlo, porque sabía que le saldría mal, y negoció. Pero cuando tuvo que ver con Irak, Bush estableció públicamente poco después de la invasión de Kuwait que no negociaría con Hussein bajo ninguna condición, y se mantuvo en esa decisión. Bush tenía metas bien claras para su ataque contra Irak. Quería establecer la hegemonía incontestable de su país en el Medio Oriente, con sus recursos de petróleo, y quería crear condiciones para dejar una fuerza armada permanente en golfo pérsico. También quería avisar al mundo que con el desmembramiento de la Unión soviética, ningún país debería desafiar la voluntad de EE.UU de aquí en adelante.

La destrucción casi completa de la sociedad de Irak ha tenido por supuesto reverberaciones intimidantes por todo el globo.
Con Bush, tanto como con el hombre abusivo, uno no tiene que usar telepatía para conocer sus motivos verdaderos. En ambos casos, uno simplemente tiene que examinar cuidadosamente lo que ellos mismos dicen, y todo está allí, un poco oculto pero de veras no tanto.

TERCER MITO
Si la víctima no coopera con el abusador, el abuso no puede continuar. Simplemente es cuestión de fortalecerse.

En casi toda la presentación que hago sobre el hombre abusivo, alguien me pregunta: ¿por qué las víctimas de la violencia doméstica no dejan a sus abusadores? Las razones son muchas, e incluyen impedimentos económicos, presiones sociales, y la convicción que el cambiará si ella le da bastante amor (mito que está bien apoyado por la sociedad). Pero una de las razones principales es que dejar a un agresor es peligroso. Entre el 30% y el 40% de las mujeres norteamericanas víctimas de homicidio (feminicidio)  mueren a manos de una pareja o ex pareja, y podemos suponer que la estadística será más o menos igual en otros países. La gran mayoría de estos asesinatos ocurre cuando la mujer deja al abusador o intenta dejarlo. El agresor suele perseguir y acosar a su pareja durante meses o hasta años después de que ella rompe la relación. En Massachusetts un abusador mató a su ex esposa recientemente después de cinco años de separación. Con esta posibilidad pendiente, el abusador muchas veces tiene éxito en aterrar a la mujer, tanto que ella se reúne con él para salvarse la vida. Así es que la mujer maltratada tiene que hacer el desdichado cálculo de si es más peligroso tratar de escapar, o más peligroso quedarse con el agresor, sabiendo que quedándose con él ella continuará perdiendo sus derechos, su fuerza, y su salud mental.

Mientras tanto, programas de televisión, películas, y canciones populares comunican la actitud de que es natural que el hombre acepte el derecho de la mujer a terminar una relación, y hasta que necesitamos tener simpatía hacia el pobre hombre sufriente que por fin ataca o mata su ex pareja. Examinen por ejemplo la letra de la canción de Sting “I´ll be wtching you” (Te estaré vigilando) que es ni más ni menos que una amenaza hacia una mujer que está tratando de dejarlo.
Un país del tercer mundo está también en un peligro mortal cuando toma medidas para escapar del dominio imperialista. Indochina, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Chile y todavía continúa la lista de los países que han sufrido asolamiento y terror por tratar de escapar al control de los Estados Unidos. Por lo tanto, un país en el imperio se ve enmarañado en la misma red en que se encuentra la mujer maltratada; tratar de escapar parece casi imposible, y en todo caso lleva un precio extremadamente alto, pero quedarse bajo la dominación extranjera significa que el país se verá exprimido poco a poco hasta quedar completamente empobrecido, sin recursos minerales, con la tierra despojada y el medio ambiente contaminado. Vemos como los resultados escuetos en Brasil, Honduras, el Caribe, México y muchos lugares más.
Entonces, ¿Cómo escapar de la dominación? Para la mujer, muchas veces su única opción parece ser meterse con otro hombre que la proteja del agresor. El problema es que la pareja nueva resulta abusador muy a menudo, porque el hombre abusivo suele buscar mujeres vulnerables, “rescatarlas” de su situación, y después comenzar poco a poco un nuevo control. El hombre nuevo tiene un poder inmediato por ser “mejor” que el precedente, y por ser la única vía de protección para la mujer. Compare este resultado a la experiencia de Cuba, Vietnam, o Afganistán, que huyen de un abusador bajo la protección de un nuevo “abusador” que aunque sea mejor, todavía domina. Y donde no hay protección se puede sacar conclusiones; en la época actual, vemos surgiendo una Cuba sumamente vulnerable.



 CUARTO MITO:
El público en general cree que la mujer maltratada es un tipo de persona especial; que provoca mucho al hombre, que también es violenta, que fue víctima del abuso físico o sexual durante su niñez, y vario otros estereotipos

La verdad es que cualquier mujer puede ser abusada; la única cosa que tienen en común las mujeres maltratadas es que han tenido la mala suerte de encontrarse en una relación con hombre abusivo. El hombre abusivo, por su lado, es muy difícil de identificar antes de que sea demasiado tarde.

En los Estados Unidos, el público cree que las víctimas de la agresión norteamericana, sean panameños o libios, son gente que ha atraído las bombas y las balas a través de su maldad. Hasta muchos de los liberales que se oponen  a la guerra hablan en términos de que “no debemos pensar que podemos corregir todos los problemas del mundo”, cuya aseveración acepta implícitamente la premisa básica de los agresores. De la misma forma, muchos de los que critican al hombre abusivo dicen que él necesita aprender a “reaccionar mejor” a la conducta mala de su pareja. Ambas de estas perspectivas pasan por alto el punto clave, que es que el agresor engendra las condiciones que después causan la necesidad de usar más agresión.

Por esta falta de entendimiento, la gente abandona a las víctimas de la agresión tan pronto como dejan de ser perfectas. Cuando la mujer agredida muestra evidencia de enojo, o de abuso de alcohol o drogas, o de violencia o revancha hacia el hombre abusivo, el mundo de repente le da la espalda. He tenido docenas de experiencias con terapeutas, oficiales de la corte, y trabajadores en protección de niños abusados, que me dicen, “mire, usted necesita comprender que esta mujer tampoco es un ángel”.

Pero ¿Por qué importa? ¿Acaso tiene que ser ángel para tener el derecho a vivir sin terror y explotación?
El mismo abandono ocurrió a los palestinos durante el ataque norteamericano contra Irak. La gente decía, ¿Cómo pueden estar lo palestinos celebrando las bombas iraquesas que caen sobre Israel? Pues de ahora en adelante merecen lo que reciben. Es  como si los palestinos tuvieran la responsabilidad de comunicar su simpatía y apoyo hacia el mismo país que durante 25 años ha estado torturando y metiendo presos a sus jóvenes, robando su tierra y su agua, destruyendo su economía y arrasando sus casas y sus olivares.

En resumen, la violencia de los oprimidos es un décimo o hasta centésimo de la violencia de los opresores, pero recibe muchas veces más atención. Ser más cooperativo (o menos cooperativo) no resuelve el problema de la dominación.

QUINTO MITO
Si el que domina contribuye al bienestar del dominado, no puede ser una relación de explotación.
El agresor casi siempre contribuye con varias cosas positivas a la vida de su víctima. Así se mantiene la imagen pública, y también se hace más difícil para la víctima identificar la dominación y la explotación. Por ejemplo el hombre abusivo compra cosas bonitas de vez en cuando para su víctima, o le da apoyo emocional durante una crisis, o le presta dinero para empezar un negocio, o le ayuda en otras formas. Empero, el abusador hace sus contribuciones según sus propios términos y hacia sus propias metas; es decir, sólo contribuye cuando le conviene, y demanda recompensa por lo que da. Cuando la mujer maltratada se decide a dejarlo, él suele decir, ¿Cómo puedes dejar un hombre tan simpático? – porque así es, cuando hay gente observando. Así es que sus actos que parecen ser generosos de veras aumentan su capacidad de manipular y controlar a su víctima.

Así mismo,  el país imperialista contribuye con un poco de apoyo económico, de tecnología avanzada, de consulta experta, y más. Estados Unidos tiene su AID, su Peace Corps y sus préstamos a los países del imperio. Así puede confundir a los pueblos dominados, que empiezan a creer que el dominador de veras quiere ayudarlos, y al mismo tiempo aumenta la dependencia del Tercer Mundo. Engaña a una gran parte del pueblo norteamericano, que cree que su país es el benefactor del mundo y por eso no protestan su política extranjera.

Entonces, lo que importa no es la ayuda que provee el dominador, sino los términos del intercambio. Estados Unidos extrae un caudal de los países dominados que es cien veces el tamaño de lo que devuelve. El hombre abusivo extrae muchas veces más labor (particularmente trabajo doméstico), dinero, responsabilidad por los hijos, apoyo emocional, y cariño de lo que él devuelve. En ambos casos, el agresor hace su propaganda, llamándonos la atención a sus pequeñas contribuciones y ocultando sus grandes ganancias. Y lo triste es que tanto el hombre abusivo como el país imperialista suele tener éxito en hacer creer que es generoso, uno que trata de ayudar a todo el mundo y, aunque cometa sus errares de vez en cuando, lo hace todo con buena intención. El hombre abusivo, similar al abusador sexual, muchas veces es una de las personas más respetadas en la comunidad, uno en quién todos tienen confianza menos sus víctimas. Y todo el mundo tiene ganas de ser como los Estados Unidos, poderoso y generoso.
El texto anterior corresponde a la Exposición del autor en la I Conferencia Nacional. Proyecto de Capacitación Permanente en el tema de la Violencia Doméstica. Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del delito y tratamiento del delicuente. (ILANUD). San José Costa Rica 28 de abril de 1993




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